Pico y Poco eran dos jóvenes que vivían en un pueblecito alejado de toda urbe importante y por donde nunca pasaba nadie. El pueblo era minúsculo pero tenían todo lo que necesitaban: un huerto y tierra de secano para producir alimentos y vender el sobrante en otro pueblo próximo, casas enormes de piedra muy antiguas donde vivir de manera cómoda aunque rústica, unos pocos amigos ya muy mayores pues los jóvenes se habían marchado del pueblo y una naturaleza dura pero bella para poder gozar de la misma.
Un día Pico se planteó que habría más allá de las montañas que rodeaban el pueblo. Y ni corto ni perezoso llenó una mochila y se fue al pueblo cercano donde tomó un autobús. Pico llegó a la gran ciudad donde todo eran coches, ruidos y gente, sin apenas naturaleza. Trabajó duro pero logró mantenerse e incluso pudo disfrutar de algunos de los lujos que la civilización había puesto a sus pies. Llegó a gastar mucho dinero, fue a fiestas, conoció a gente distinta a la de su pueblo e incluso un día llamó a su puerta el amor…
Pero un día las cosas empezaron a irle mal. Perdió su trabajo, se quedó sin apenas dinero y todos le dieron la espalda. Aquel amor también. Y pico desilusionado cogió su vieja mochila y volvió al pueblo.
Cuando poco lo vio salió corriendo a su encuentro y lo abrazó. Hacía mucho que a Pico no lo abrazaban así. Volvió a trabajar en el ampo, a disfrutar de la naturaleza, a sentirse querido por todo el pequeño pueblo, en definitiva, a apreciar lo que antes le parecía algo normal.
Pero Pico tenía ya en su sangre la semilla de la gran ciudad, de los lujos y placeres que disfrutó y ya no se resignaba a la vida en el pueblo. Antes no añoraba lo que desconocía pero ahora…ahora había conocido otros lugares y otras gentes…
Pico cargó de nuevo su mochila y no miró hacia atrás. Necesitaba un acicate en la vida, nuevas ilusiones y retos. Necesitaba vivir…Nunca más se supo de él en el pueblo.
A veces en lo Poco se esconde la grandeza y el Pico es poco, es solo el escollo suelto de esa grandeza que camina errante buscando fuera lo que solo se halla dentro de su naturaleza….
No importa donde estés, ni a donde vayas, lo importante es que te encuentres a ti mismo en ese lugar, me temo que Poco, mira demasiado a lo que brilla en el exterior de si mismo, y eso le hace olvidar quien es y lo que necesita realmente…
Bello relato, Pedro… Gracias…
Besos
Me ha fustado mucho, un cuento hermoso que pone de manifiesto la naturaleza humana, y no es que sea mala, quiza a algunos les parezca erratica, a otros mezquina, pero no, todos tenemos derecho a buscar mejores oportunidades de vida eso si, sin olvidar nuestas raices y sin cambiar nuestra escencia
Yo tambien me alegro que me encontrases
Anny
Inquietante
Me encanta tu blog 🙂 El mío es de poesía, igual te interesa.
http://www.unapausaentuvida.blogspot.com
ojo, no te lo tomes como spam, es solo por si te interesa a ti.
Tus reflexiones me recuerdan que sigue habiendo gente culta y que además escribe sin faltas de ortografía 😉 Sigue así.
DE manera definitiva y resumiendo «nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido», ya que al valor de las cosas solo lo vemos de manera economica y no por lo que nos despierta o nos hace sentir: Desafortunadamente la madures de cada una de las personas es distinta en cada caso y es lo unico que nos dara la posibilidad de atesorar lo que en este momento tenemos.
http://corredordelasideas.blogspot.com